Rosmary y Luidle son una pareja de migrantes que vive en Valparaíso. Rosmary, peruana, llegó a Chile hace 9 años. Una amiga le había dicho que en Chile había trabajo y muchas oportunidades, por lo que decidió emprender viaje pagándole a una persona para entrar al país. Cuando llegó, esta persona la dejó abandonada en el terminal San Borja de Santiago. Rosmery cuenta que estuvo 3 días durmiendo en la Plaza de Armas, hasta que se encontró con una amiga peruana y la acogió en su casa. De ahí empezó a trabajar de colera y de temporera, hasta que logró juntar dinero y se compró un puesto para vender su mercadería.
A Valparaíso llegó hace un año y siguió dedicándose a la venta de ropa y demás artículos en la calle, hasta que decretaron la cuarentena obligatoria en Valparaíso. Cuenta que cuando empezó la revuelta de octubre, sus ventas bajaron, pero aún así, conseguía ir vendiendo sus cosas para subsistir. Ahora, con la cuarentena, le ha sido imposible salir a la calle y conseguir el dinero del día. Es por eso que junto a su pareja, Luidle, un chico haitiano, decidieron ponerse a vender la mercadería afuera de su casa: “el primer día conseguimos hacernos con 15.000 pesos. Tenía más mercadería que ahora, ya casi no tengo nada. Y ahora yo no sé con qué voy a salir a vender. Yo iba vendiendo afuerita e iba comprando las cosas pa’ comer al día. Porque acá, ¿qué me van a dar de ayuda? Voy vendiendo y así voy comprando”.
Con la cuarentena Luidle también perdió su trabajo. Trabajaba de ayudante en ferias cargando y colocando ropa para vender. La pandemia lo dejó sin sustento económico. Tampoco les ha llegado ayuda del gobierno, y se mantienen como pueden con las ventas que Rosmery consigue hacer en la puerta de su casa. Pero no siempre se vende, y el alquiler de la pieza que comparten entre ambos deben pagarlo. “El caballero nos dice: no tienen pa’ pagar la pieza, entonces tienen que irse. Si no tenemos plata pa’ comer, ¿a dónde nos vamos a ir?». Para descontarse un poco del arriendo, Rosmery está limpiando algunos lugares comunes de la casa donde viven con más personas.
Además, para conseguir algo de dinero, van juntando latas para vender. “Antes estaba a 700 pesos, ahora está a 500 el kilo. Vamos ahí, a veces se va él (Luidle), trae la lata, la chancamos y la guardamos. Todo trabajo que es bueno, es un trabajo decente. Yo le digo a él: papi, juntar eso no es vergüenza, limpiar un baño no es vergüenza. Robar, de eso sí hay que tener vergüenza».
Ya van dos meses de cuarentena total en Valparaíso y muchos trabajadores independientes como Rosmery y Luidle, se van arreglando como pueden para salir adelante durante el confinamiento. Para ellxs, que además son migrantes, la cuarentena tampoco está siendo fácil. En Chile, parte de la población migrante se encuentra excluida de medidas de protección social para enfrentar la pandemia, al no calificar para ningún bono o no tener la documentación necesaria para inscribirse al Registro Social de Hogares. Principal herramienta que mide la situación socioeconómica de las familias y que determina la posibilidad de postular a los subsidios del gobierno.
Texto y Fotografías: Equipo RIVAL
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