Los incendios forestales son recurrentes en Valparaíso. Cada año, una gran cantidad de incendios se producen en la región, muchos de ellos cerca de sectores habitados llegando a devastar poblaciones completas. Ya en 2014 y 2017, Alimapu (tierra quemada en mapudungun) vio arder sus alturas y destruir más de 2500 y 250 viviendas respectivamente.
El último gran incendio que llegó hasta zonas pobladas, se produjo el 24 de diciembre de 2019, originándose en un fundo en la parte alta de Valparaíso y destruyendo alrededor de 300 casas. El abandono institucional de las zonas periféricas, donde el crecimiento urbano en muchas ocasiones se produce de manera precaria y sin planificación; la presencia de especies exóticas como pinos y eucaliptos a través de antiguas plantaciones forestales que hoy en día se encuentran sin manejo; y la falta de políticas públicas contundentes en materia de prevención de incendios, además de las condiciones de fuertes vientos y altas temperaturas en una región afectada por la sequía, son algunos de los factores que contribuyen a que estos desastres se sigan repitiendo y afectando a las zonas olvidadas de la ciudad puerto: las alturas de los cerros y las quebradas.
Claudio Gallardo (40) y su madre Ana Soto (70), vieron arder su casa en el incendio del 24 de diciembre de 2019 que afectó a aproximadamente 300 viviendas en los cerros Rocuant, San Roque y Ramaditas y consumió al menos 100 hectáreas de pastizales y matorrales. La familia llevaba casi toda la vida en el sector Ladera Sur de Rocuant alto. Ana llegó al cerro con veinte años y Claudio creció en esa casa, que fue construida por su padre. Tras el incendio la familia no quiso abandonar el terreno donde habían establecido su hogar por más de 40 años.
Claudio cuenta que para el incendio del 2014 -que afectó a 9 de los 42 cerros de la ciudad, llegando incluso a Rocuant- su casa estuvo a punto de quemarse, pero un cambio en el viento hizo que el fuego tomara otro rumbo y se alejara del sector. Esta vez no corrieron la misma suerte. Perdieron todo, hasta algunos animales.
Anita nunca en su vida había vivido algo como el incendio. Cuando vio que el fuego avanzaba hasta su casa quedó en shock y le costó mucho abandonar su hogar. Para ella fue muy doloroso perder todo. “Yo era la única que estaba acá, si yo no quería irme, pensaba ¿por qué me tengo que ir si tengo aquí todas mis cosas, todas las cosas que a mi me han costado, ¿por qué se las tiene que llevar el fuego? Era una cosa increíble.”
La pandemia los encontró con la casa a medias, cuando estaban empezando a reconstruir su hogar para hacer frente al invierno y las lluvias. Mientras esperan la entrega de las viviendas definitivas prometidas por el Estado, Claudio reconstruye, con ayuda de sus familiares más cercanos y sin descanso, la casa donde creció y vivió toda su vida, para que él y su familia puedan tener cuanto antes un lugar digno donde habitar.
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